Estudiar es tortuoso, rendir un examen, aún más. Y si se trata de la PSU donde estás poniendo tus sueños, tus metas y tu vocación de futuro, la cosa se complica enormemente. Pero aun así, no es el final del camino, solo el comienzo. Por eso es bueno atender a tus emociones y equilibrarte de tal manera que la ansiedad y el estrés, no te jueguen una mala pasada en el último año de la enseñanza media.
En este sentido, clarificar si lo que estás viviendo es un periodo de ansiedad o estrés es importante para ir recuperando la energía y la estabilidad perdidas. Es muy fácil confundir ambos problemas, pero son sustancialmente diferentes: la ansiedad (preocupación o tensión constante) puede ser un síntoma de estrés y, a la inversa, el estrés mantenido en el tiempo puede causar un trastorno de ansiedad.
El estrés es una respuesta automática y natural de todos los organismos ante situaciones nuevas, desafíos, metas, cambios, amenazas. Pero esta reacción debe desaparecer junto con lo que la detonó. Cuando esto no ocurre, aparecen síntomas a nivel emocional y psicológico, como irritabilidad, miedo, confusión, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, olvidos, bloqueos mentales, temor al fracaso, pensamientos negativos, tristeza, entre otros.
Con frecuencia es nuestra interpretación de lo que ocurre la que desencadena la respuesta negativa y no la situación misma. Por ello puedes hacer algo, ya que tu cerebro es el agente de cambio que debe tomar las riendas de la situación. Así, debes entrenarte para pensar en positivo. Tú eres quien debe dominar la situación y no a la inversa, y cuando hagas los cambios a nivel interno, se verá reflejado en todos los ámbitos de tu vida.
Por eso, recupera el control y da respuestas creativas al estrés, con más actividad física, relajación, caminatas al aire libre, mejores horas de sueño, buena alimentación. Y lo más importante, con pensamientos positivos que te devuelvan la serenidad y la esperanza en ese futuro que te espera.
Imagen CC vía César