La PSU suele ser, para varios estudiantes, algo así como un fantasma. Lo anterior ya que durante cuatro años te hablan de ella, de lo importante que es estudiar y también de la posibilidad de que esta prueba sea determinante en tu vida como futuro universitario y por ello, aunque no la puedas ver o tocar aún, está ahí presente para atormentarte de vez en cuando.
Año a año vemos en las noticias cómo un grupo de estudiantes logran ganarle el gallito a la Prueba de Selección Universitaria y se convierten en los flamantes portadores del distintivo título de "puntajes nacionales". Al mirarlos en la tele, acompañados del presi de turno o contando en las noticias la forma en la que consiguieron adjudicarse tan glorioso desafío, echamos a volar nuestra imaginación y soñamos una vida paralela en la cual nosotros somos los afortunados, esos adolescentes genios que desbloquearon el logro de ser aquellos en adquirir el mayor puntaje posible en la prueba que decide si eres lo suficientemente seco para elegir tu universidad o tendrás que optar por un plan B.
Si fuera puntaje nacional, la primera cosa en la cual pensaría al recibir la noticia es en que alguno de mis mejores amigos está intentando trollearme. No me la creería a la primera, intentaría sacar la mayor información posible antes de cantar canciones de victoria. Imagínate lo terrible que sería contarle a tus viejos que eres puntaje nacional y el orgullo que ellos sentirían, para luego echarles abajo el avión y tener que reconocer que te alcanza raspando para una carrera que no estaba considerada dentro de tus prioridades. Pero una vez que estuviera segura de que soy intelectual y muy inteligente, además de haber logrado desbloquear el logro de la PSU con puntaje nacional, sin duda me sentiría orgullosa y por fin le encontraría el sentido al haberme sacado la punta del cerro estudiando, a haber cambiado el carrete por la lectura y a haberle dicho chao a la procrastinación. La sensación sería la que tienes al enamorarte, esas cosquillitas en el cuerpo, las mariposas en la guatita y esa felicidad casi infinita.
Para celebrar conmigo misma bailaría escondida en mi pieza, ensayaría mi cara de sorpresa o humildad, para cuando me entrevistaran en los noticieros. Mis viejos serían los primeros en saberlo, pero sin antes de hacerles una pequeña broma respecto a mi puntaje. Luego vendría la hora de contarles a los parientes y esperar algún tipo de recompensa en comida o ñoñerías, como premio a mi logro (se aceptarían asados, tortas, golosinas varias o juguetes de colección). También me encargaría de que cada conocido, amigo de la vida, contactos de WhatsApp y amistades de Facebook, de carrete o de plástico, se enteraran de lo genial que soy, para asegurarme de que me trataran como una celebridad (aunque fuera por unos minutos) y de sentirme admirada, tomada como ejemplo y que quienes me rodean quisieran poner atención a las cosas que digo y las tomaran como palabras de motivación para ser mejores. Por razones obvias, unos cuantos me odiarían en secreto, pero estoy preparada para eso ya que todo famoso tiene anti fans, es parte de la fama
Obviamente planificaría una celebración a lo grande, para la cual barajo 3 temáticas posibles: fiesta ñoña con tragos temáticos, cosplayers y consolas de videojuegos; una celebración a lo rockstar, con música tarro sonando de fondo, barra abierta, desenfreno y pantalones de cuero o un party a lo rapero, con piscina, personas guapas en traje de baño, y muchas luces, brillo y objetos sean ostentosos hasta el punto de decir ¿en serio?
Lo maravilloso de todo es que no tendría que limitarme a ciertas alternativas, a la hora de elegir una carrera, sino que realmente tendría un montón de posibilidades a considerar y yo tendría el poder para decirle sí o no a una universidad (cooooombo breaker para las casas de estudio). Pero como no podría escoger todas las carreras disponibles, creo que optaría por Medicina o Ingeniería Civil Industrial. Medicina ya que no sólo podría acceder a mejores oportunidades laborales y renta, sino que también porque podría ayudar, de algún modo, a las personas e Ingeniería para algún día sentir que me peino con los números (cosa que no sucede en la realidad). Otras alternativas que me llamaría la atención serían Sociología y Filosofía, ya que requieren de mucho análisis y soy una adicta al pensamiento.
El problema llega cuando toca poner los pies sobre la tierra nuevamente y despertar de toda esa película que armaste en tu cabeza. Abres los ojos y te das cuenta que todo eso que imaginaste, respecto a ser puntaje nacional, no fue más que un lindo sueño de esos que tenemos cuando estamos despiertos. Pero no dejes que lo anterior te deprima, al contrario, que sea el combustible que te motive y te lleve exactamente al lugar en donde quieres estar en un par de años más. Recuerda que soñar es barato y que nuestro futuro es moldeable, así como las plasticinas que usábamos cuando pequeños para hacer nuestros trabajos de arte.