Para aprender nuevos conocimientos debemos antes aceptar nuestra ignorancia presente. Si no eres instruido o especializado en el tema, lo más seguro es que tengas cero conocimiento cívico respecto a la Educación Diferencial. Personalmente, si no conociera a la entrevistada de este post, podría deducir muy vagamente de qué se trata, pero no realmente qué es en toda su extensión.
Si no fuera por Jasmine Valenzuela Saravia (32), Profesora de Educación Diferencial con Mención en Deficiencia Mental y Diplomada en Comunicación de Estudiantes con Retos Múltiples y Sordoceguera, ni siquiera podría inventar de qué estamos hablando. Por suerte en esta nota te contaré todas las aristas de su experiencia en el campo laboral.
En palabras someras esta actividad se define como un tipo de enseñanza especial o diferente al resto de niños que asisten a escuelas regulares. En otras palabras, este oficio destina sus esfuerzos a alumnos con necesidades educativas acordes tanto a un superdotado intelectual o bien a uno con discapacidades físicas, psíquicas y/o sensoriales. Este segundo grupo es al que Jasmine dedica su tiempo y dedicación, notándose un especial interés en el Síndrome de Down, sordera, ceguera, entre otras discapacidades.
Es sí, elegir esta carrera no fue algo fácil para nuestra entrevistada, pues explica que el colegio donde estudió sólo la orientaba hacia carreras tradicionales, “aparte, en mi casa la ingeniería era mi futuro, por otro lado siempre me gustó la psicología, el trabajo social o la fonoaudiología. Pero no estaba segura”, cuenta. Curiosamente, revela que el punto de inflexión para decidirse por su actual profesión fue una película: “una de Hellen Keller (después supe quien era Hellen Keller), ella encendió mi vocación. Así conocí la educación especial y me pareció desafiante”. Jasmine hace referencia a la conocida escritora, oradora y activista política estadounidense, quien es recordada por ser la primera persona sordociega en obtener un título académico.
“En ese tiempo (bueno hasta ahora) las carreras de pedagogía estaban súper mal valoradas”, relata la pedagoga, quien revela las penurias e ignorancia que se tenía en el país respecto a esta profesión hace unos cuantos años: “la verdad que ser profe era saber que el futuro sería complejo, por los bajos sueldos y los estudiantes y apoderados cada vez más empoderados de sus derechos”, agrega.
Contra viento, oscurantismo y marea, dice haber asumido el desafío de estudiar: “mucha gente no sabía que era la pedagogía diferencial o educación especial, de hecho hasta hoy mucho de mis cercanos no la comprenden, pero no me arrepiento de haberla estudiado”. Su casa de estudio elegida fue la Universidad de Concepción, “con buenas y malas experiencias con los profesores”, dice, pues admite pasar ramos que hasta ahora no le sirven, no así otros que hasta ahora recuerda. Lo que más la estimuló de esos años, cuenta, fueron “conversaciones con profes, consejos que pongo en práctica cada vez que entro al aula”. A pesar de la indiferencia o perder el tiempo con partes de la mala que sobran, resume que su experiencia, la formación que recibió fue buena, “sobre todo en comparación con otras instituciones, la Universidad de Concepción tiene su sello”
Ya entrando en terreno laboral, Jasmine comenta que su primera experiencia en la práctica, fue buena. “Tuve una profesora que me acompañó en este proceso y facilitó equivocarme, siempre muy cercana, muy generosa con sus conocimientos”, dice expresando respeto y admiración, instancia que incluso la llevó a ser ambas grandes colegas después de su titulación. “Trabajé con ella 3 años y ahora trabajo ahí nuevamente. Es una escuela especial, especializada en discapacidad múltiple. Es una de las áreas que requiere de más aguante emocional y físico, pero ¡me encanta!
Insiste además en que eligió irse por ese camino, en desmedro de otras formas de enseñanza, “como eso de trabajar en proyectos de integración, dónde en realidad se segrega…me gusta la escuela especial…porque es donde “queman las papas” como dicen”. Allí, asegura, en estos contextos educativos, se conoce realmente la discapacidad y los procesos que la acompañan: “no sólo a los estudiantes, sino que a las familias de ellos y al equipo de trabajo de la escuela. Ahí sí que se trabaja”, agrega.
“He pasado por varios cargos directivos y de gestión, pero lejos, me quedo en el aula…ojalá pagaran mejor por toda la pega que hay que hacer. Hay mucho trabajo administrativo y poco tiempo para hacerlo y no pagan las horas extras que uno trabaja. Pero no me arrepiento de las trasnochadas planificando”, dice Jasmine entre risas. Cuenta que actualmente, con mucho esfuerzo he logrado recibir una remuneración digna, problema que parece ser una de las piedras angulares del sistema actual de desigualdad: “esa es la palabra, 'digna', que pague la pega que se hace en educación especial. Creo que el gobierno podría hacerlo mejor…la carrera “indecente” (como le digo yo) que nos ofrecen, es una muestra de lo ignorante que es el estado sobre lo que está sucediendo adentro de sus colegios y escuelas” sentencia.
Finalmente, se toma el tiempo de aconsejar a esos jóvenes que estén pensando en ingresar a su especialidad; un trabajo en que sobre todas las cosas “se debe sentir un inmenso respeto por los otros, estar seguro de amar al otro sin prejuicios, entendiendo que sus diferencias enriquecen este mundo y son una oportunidad de aprendizaje mutuo”. Continúa avisando que la pega es pesada, pero que las gratificaciones son infinitas, tanto a nivel laboral, como personal. “No se lleven pega para la casa, porque la vida familiar no se recupera, y la pega puede esperar. No van a recibir la paga que esperan y es muy posible que eso les pase la cuenta algún día, pero deben hacer valer su trabajo y el perfeccionamiento es la clave es esta área”, dice con resignación. Cuando estas cosas sucedan: “salgan del aula y encuentren un espacio para compartir con los nuevos profes diferenciales su experiencia, esa que no está en los libros. No se van a arrepentir”.
Jasmine Valenzuela actualmente se desempeña en el Colegio Ceres (Centro Educativo de Recursos Especializados), ubicado en Barros Arana 1378, Concepción. Para más información dirigirse aquí. Previamente trabajó en el Centro de Recursos Educacionales Especiales Persevera, la Escuela Especial Los Geranios – Fundación Coanil. ¿Tienes otra experiencia que quieras compartir? ¿Te interesa la carrera y quieres saber más al respecto? No olvides comentar y dar tu opinión.