Desde chica siempre quise estudiar Ingeniería Comercial en la Católica, según mi familia y amigas siempre fui “buena para los negocios”, siempre he sido busquilla, conocer todo lo que pueda y aprender. Como mis papás y hermanas estudiaron en esta universidad, y como está dentro de las dos mejores universidades del país, mi ansiedad por entrar me llevó a cometer el primer error en el camino a sacar la carrera: no realizar un análisis realista, y ver los pros y contras, sujeto a las expectativas y lo verdadero de mi situación académica. Dejé que mi ilusión nublara una planeación objetiva de lo que realmente debería hacer cada estudiante que está viendo qué hacer con su futuro: ver las mallas de cada carrera, áreas de especialización de la universidad, docentes, infraestructura, etc. Como era de esperarse, sufrí las consecuencias del alumno que no sabe para dónde va la micro (algo totalmente normal cuando se está saliendo del colegio) y no quedé en la primera y única opción que tenía. Me fue pésimo en la PSU (me confié, no aproveché el preuniversitario de último año y viví los últimos momentos de “colegio”). Esa semana fue una de las más terribles que había vivido hasta ese momento, no sabía qué hacer, no quise salir de mi casa y hacer algo. Lo único que pude hacer fue buscar en internet opciones frente a mi situación. Recuerdo que me metí a la página de la Universidad Adolfo Ibañez y postulé solo para saber si quedaría (para subir un poco el autoestima después de mi desastre) en negocios. El promedio de PSU y NEM me daba solo para irme a la sede de Viña, de hecho me pidieron los datos personales y guardaron el cupo, pero como soy de región y mis hermanos estaban estudiando en Santiago, mis papás me dieron un rotundo no. La solución fue quedarme un año haciendo preuniversitario.
Tengo que decir que quedarme un año fue una de las mejores decisiones que pude tomar, ya se había ido el estrés de salir del colegio, el erróneo pensamiento de que no volverás a ver a tus amigos y que estás a un pelo de empezar tu vida de adulto joven. Cuando haces un año de preu tienes tiempo de estudiar y hacer actividades complementarias o trabajar, de pensar y analizar mejor lo que quieres hacer con tu futuro, y eso hice (no tanto como para haber evitado mi segundo error). Me di cuenta que si bien, Ingeniería Comercial entrega un amplio campo (quizás uno de los más grandes a nivel profesional) para desarrollarse, quería hacer algo más que tener un título con una carrera estructurada, quería aprender más, me gustaba (hasta el día de hoy) la cultura, la historia, la psicología, las artes y etc. Y fue ahí donde conocí el programa College de la Católica, la malla perfecta para alguien que quiere realizar estudios que integren áreas de diversos campos y adecuarlos a la malla de una carrera, como diría el presidente de alumnos de ese año: “hacer de todo y hacerlo bien”. Me atrajo la idea de poder estudiar otras áreas y aun así poder sacar Ingeniería Comercial (craso error para alguien tan dispersa como yo).
Entré al siguiente año a College de Ciencias Sociales, uno de los tres programas que ofrece la universidad, como era la opción que quería todo era color de rosas: irme a otra ciudad, conocer mil panoramas de Santiago (los de región entienden el porqué de esto), un campus gigante (San Joaquín) que parece una mini ciudad, nuevos amigos, la universidad que siempre soñaste, las primeras veces de los momentos universitarios, etc. Una de las cosas buenas que tiene la facultad y el programa es el equipo que hay detrás, siempre hay alguien que te apoya en cada situación, desde las secretarías hasta los tutores que te designan el primer semestre. Los tutores cumplen la función de guiarte en el proceso (a veces confuso que implica estar en este programa), está el tutor par, que es un alumno más antiguo que te apoya desde la perspectiva de alumno (obviamente) en la universidad, te puede presar apuntes, aconsejar con toma de ramos y procesos internos del programa, qué profesores son lo más solicitados por los alumnos, que hacer y no hacer, entre otros. El tutor docente es un académico designado por la facultad de college que se encarga de guiarte vocacionalmente en tu paso por la universidad, te ayuda con las decisiones sobre que Minor o Major tomar (bases vitales de la malla de college), cuales son las actividades y opciones que da cada escuela, etc. Fue aquí donde comenzó a visualizarse mi segundo error (aunque no lo haya visto). Cuando fui a entrevistarme con mi tutor docente, le expliqué que quería estudiar negocios, pero quería estar en áreas creativas y dinámicas, en otras palabras, marketing. Me explicó que los ejes de comercial según los Major de college eran: economía, finanzas y administración, esta última agrupaba una serie de especializaciones de negocios, entre ellos, marketing. Obviamente la respuesta no me dejó conforme, en el fondo no me llamaba la atención ninguna de las opciones, y aunque el Major de administración era la opción, no tenía el dinamismo que esperaba, quería algo más. Me resigné y comencé a indagar en los minors, vi que existían muchísimos más de lo que uno se puede imaginar, me entusiasmé y comencé a investigar varios, tomé ramos de varios minors para probar y mi dispersión se fue a años luz de la Tierra.
Me di cuenta que tenía problemas de vocación cuando los ramos de minors me entusiasmaban mil veces más que los de la malla de negocios. Entré a una época estresante, no saber como decirle a mis papás que no quería seguir estudiando, y decidir definitivamente que quería hacer. Muchos meses después me di cuenta que el problema desde el comienzo fue una vez más la falta de información. En el camino desde que entré a college me di cuenta que quería hacer y cómo hacerlo, el problema era que no estaba en el lugar adecuado. Tras varias conversaciones con apoyo de mis papás decidí irme a estudiar negocios en la Universidad Adolfo Ibañez, pero a la sede de Viña. La decisión de irme de la universidad de mis sueños a una ciudad desconocida (en el sentido de hogar) la tomé en dos días, me contacté con la sede de Viña del Mar y resultó que tenían todos mis datos guardados desde la vez que di por primera vez la PSU. Me aceptaron y dieron la bienvenida en un periodo mucho más corto del que pensé.
Los años en la Adolfo han sido muy distintos a los que estuve en la Católica, si bien, al principio estuve en la universidad que siempre quise (y un campus gigante con bibliotecas enormes, muchas opciones para almorzar y puntos de spot), no me arrepiento de la decisión que tomé. Siento que he aprendido mucho más de negocios y de formación que en college-comercial. De hecho, supe que tomé la decisión correcta cuando un profesor el primer día de clases nos dijo que la escuela de la Adolfo se enfocaba más en cooperar que en competir (algo totalmente distinto a lo que viví en college). Casi el 80% o más de los cursos son con actividades en grupos, existe un dinamismo e incentivo a crear y salir de la zona de confort desde el día uno, y eso se agradece. Mi idea no es especializarme en finanzas ni en economía, es en un área relacionada a marketing y hasta el momento, la universidad Adolfo Ibañez lo logra, no por eso es una de las escuelas de negocios más destacadas de latino américa.