A la hora de decidir lo que harás después del colegio, es indispensable conocerse a uno mismo antes de emprender esta nueva etapa en tu vida. Para definir qué vamos a hacer ahora que empezaremos a tomar decisiones por nosotros mismos, primero debemos definir quiénes somos. Invertir el orden de esta secuencia genera frustración y miedo. Y probablemente también perderás tiempo y dinero en el proceso.
Elegir la carrera es la primera decisión que debemos tomar antes de convertirnos en adultos. El primer paso para ello es el autoconocimiento. Ya desde los últimos años de básica comenzamos a preguntarnos quiénes somos, qué es lo que nos gusta y para qué somos buenos. Estas 3 preguntas trascienden esos difíciles años de transición hacia la vida adulta, y las dudas a medio resolver nos acompañan hasta terminar la Enseñanza Media. Ahora, a los últimos años de colegio se le suma la incertidumbre y la presión social acerca de lo que debemos y tenemos que hacer con nuestro futuro, y las preguntas del tipo “¿qué te gustaría llegar a ser?”, “¿por qué te gustaría estudiar esa carrera?”, “¿cuánto quieres ganar cuando te titules?” inundan nuestros pensamientos y muchas veces los confunden.
Este escenario es complejo por donde se le mire. Lo esencial que debes recordar y dilucidar en estos momentos es que tus intereses y habilidades deben estar en equilibrio. Si un aspecto predomina por sobre el otro, se podrían gatillar insatisfacciones y bloqueos que en un futuro incluso llegan a hacer que un joven decida abandonar lo que está estudiando, o peor aún, que termine los estudios y que enfrente con frustración su vida personal, laboral y profesional. A la larga, lo esencial es que te mantengas fiel a ti mismo, considerando que el éxito que alcances en tu vida depende más de tus habilidades y valores personales, que de una carrera profesional en sí misma. Lo que hagas con las habilidades que te enseñarán y con los conocimientos que te entregarán, es lo que marcará la diferencia.
Tu primera responsabilidad como joven debiera ser buscar aquellas carreras que son más afines con tus gustos personales (lo que te apasiona), tus habilidades (para lo que ya eres bueno) y tus valores (lo que tiene sentido para tí). Estas 3 dimensiones se combinan de manera única en cada ser humano. Si aún crees que no tienes claras estas ideas, tómate el tiempo de descubrirlas. Acércate a quienes creas que pueden aconsejarte y acompañarte en este proceso, pero por favor, no tomes las opiniones de ellos como propias, empodérate de tus pensamientos y nútrelos de todo aquello que sientas que alimenta tu voz interior.
Cuanto más sepas de ti mismo, más acertada será la decisión que tomes. Conocerse no es una tarea fácil, pero lograrlo es la puerta de entrada a la realización personal. En el fondo, uno sabe lo que quiere para su vida. Hay que considerar lo que otras personas puedan decirte, pero la decisión final no la debes tomar para complacer a otros, sino solo a ti mismo. Después de todo, nadie más calzará tus zapatos, ¿verdad?
¡Ah! Y lo que nadie te dice además, es que es muy importante ser realista en cuanto a tus expectativas laborales y económicas. No por ser médico, ingeniero o abogado vas a ganar mucho dinero, así como no serás “pobre” por estudiar pedagogía, periodismo o música. Lo realmente importante en este ámbito es que te sientas conforme y a gusto con los ingresos y beneficios que obtengas dedicándote a hacer lo que te gusta.
Después de tener claro este fundamental panorama, lo que sigue es conocer el medio. La oferta de las universidades, institutos y centros de formación técnica. Internet ayuda mucho, también las visitas a los diferentes centros de estudio o ferias relacionadas con el tema. Pero la vieja usanza de conocer de primera fuente una profesión o trabajo y a alguien que se dedique a ello, sigue siendo la mejor estrategia.
Cuando estaba en la media lo único que tenía realmente claro era que quería hacer algo que me permitiera ayudar a las personas de manera tangible y que involucrara aprender más biología. Estas “luces” un tanto difusas me acercaron al área de la salud, y más concretamente a Obstetricia y Puericultura. Comencé a jugar con las opciones y las posibilidades de formación universitaria que existían, lo que me abrió un mundo de opciones más allá de mi inclinación inicial, y así conocí la Fonoaudiología. Me acerqué entonces a una amiga de mi hermana mayor que estaba estudiando esa carrera y también a conocidos que estudiaban otras carreras de la salud. Un mundo muy tentador se abrió ante mis ojos, pero finalmente terminé por confirmar que Fonoaudiología era la opción más acertada para mí: me tentaba la idea de mezclar conocimientos teóricos y prácticos que me permitieran unir mis ya reconocidos amores: la Biología Humana y mi facilidad para explicar cosas y relacionarme con la gente. Lo que no sabía en ese entonces, era que esta oportunidad de aprendizaje profesional iba a llevarme tan cerca de las Ciencias del Lenguaje y la Comunicación Humana. Otro campo fascinante, por cierto. Conversar con otras personas, investigar, cuestionar y conectar estos aprendizajes en función de comprender la manera en que nos relacionamos con otros, ha resultado ser fascinante para mí. Y es que no dejamos de aprender nunca, y si descubrimos lo que realmente queremos hacer y ser, pues mucho mejor se darán esas oportunidades de desarrollo que tanto hemos buscado.