Inicialmente conocía muy poco acerca de la carrera. Sabía que quería estudiar algo relacionado con la biología y que quería trabajar directamente con personas. Además, cuando entré a estudiar fonoaudiología, esta era aún una carrera relativamente poco conocida en nuestro país. Así fue como me embarqué en uno de los mejores aciertos de mi vida: Conocí una disciplina que estudia las ciencias de la comunicación humana desde la teoría, y que te abre un campo de trabajo inmenso con personas de todas las edades.
La malla curricular es muy variada, y combina armónicamente el área humanista y el área biológica. Entre los ramos científicos, hay algunos más complejos que otros, como fisiopatología, física general y física acústica. Y aunque admito que pueden hacerte pasar un buen susto, a medida que se va avanzando en la carrera, es más fácil relacionar estos aprendizajes con las patologías y dificultades que abordamos, así que se hace más entretenido y fácil.
Una cosa maravillosa de la fonoaudiología es que no es una profesión excluyente en cuanto a la posibilidad de desarrollarse en distintas áreas simultáneamente, porque desde la universidad empiezas a ver cómo tus profesores trabajan por horas en diferentes centros o áreas y te das cuenta de que esto permite darse algunas libertades. De todas maneras, muchos profesionales prefieren dedicarse a una sola área (por ejemplo, niños o adultos) y especializarse en ella. Y es que para ser fonoaudiólogo debe gustarte la ciencia y el estudio. No basta con que tengas ganas de saber muchas cosas, debes tomarte el tiempo para estudiar e ir perfeccionándote cada año. Nuestro campo puede ser un tanto ingrato en este aspecto, y debes dar por sentado que la especialización no será parte de la malla curricular. Como profesional puedes ir construyéndote y perfeccionándote, pero dependerá de tu interés, dedicación y tiempo.
Un aspecto en el que no me equivoqué al elegir esta carrera fue que me ha servido mucho para aprender a ser paciente y a no frustrarme, porque hay que saber tomar estos aspectos como oportunidades. Ha sacado lo mejor de mí en ese sentido, y me ha enseñado a mirar lo positivo en cada persona, a saber esperar por los resultados que no tardan en llegar y a reconocer hasta qué punto podemos apoyar a nuestros pacientes/clientes. La formación que recibimos es muy científica, y en la práctica nos vamos enfrentando a pacientes difíciles o con una realidad familiar compleja, por lo que debemos aprender a abordar muchas situaciones con optimismo y asertividad.
A medida que íbamos avanzando en la carrera, reconocí rápidamente que uno de los errores que cometí fue no haber considerado que un gran plus para un fonoaudiólogo es saber cantar y dibujar. Tuve que aprender con ingenio y mucha práctica. Cantar para hacer terapias más dinámicas o para ayudar en el abordaje de patologías de la voz y dibujar, para no depender tanto de mi “ya casi a punto de jubilar” impresora.
Y aunque no fue una elección fácil, estoy muy agradecida de haber elegido acertadamente mi vocación profesional. La posibilidad de conversar