La organización no gubernamental Educación 2020 es sin duda uno de los actores principales para generar propuestas e ideas hacia una educación de calidad. En esta ocasión, creó un diagnóstico que apuesta por una transformación frente al 2030.
Revisa aquí cada uno de los 10 absurdos de la educación chilena de acuerdo a la visión de esta destacada organización:
1. Una primera infancia postergada
El gran problema en la educación de primera infancia es su baja calidad. Esto se refleja en la escasa proporción entre personas adultas por cada año y la excesiva escolarización y rigidez de las metodologías, en lugar de incentivar el juego. Además, se ve en las condiciones laborales de los educadores de párvulos: sueldos bajos, horarios rígidos, poca flexibilidad. Estas condiciones tardarán años en mejorar porque fueron el último grupo en considerar en la Carrera Docente.
2. Una sala de clases que no cambia hace siglos
Aunque los estudios muestran que se aprende mejor con flexibilidad y diversidad, nuestras salas de clases son idénticas a las de nuestros abuelos. Como los niños van a ser críticos, creativos y colaboradores si pasan sus días memorizando fechas y fórmulas sin entender para qué. Urge innovación educativa: que el aprendizaje tenga sentido y les permita resolver problemas reales.
3. Una educación cuya calidad está en la UTI
Más del 70 % de los niños de cuarto básico no logran los aprendizajes mínimos para responder el Simce de matemática y más del 60 % tampoco lo logra en lenguaje. En Chile, los estudiantes no tienen los aprendizajes adecuados para su edad, les cuesta entender lo que leen o fundamentar una opinión. La educación que reciben es poco integral.
4. Una jaula de burocracia que ahoga a las escuelas
¿Cómo van a poder directivos y profesores centrarse en su trabajo si están aplastados por una lápida de 1800 fiscalizaciones, informes, rendiciones, inspecciones, multas y sanciones? El control y la carga administrativa es absurda. El trabajo se convirtió en responder a los múltiples requerimientos del Mineduc o cualquier autoridad. Se necesita más confianza y autonomía para las comunidades educativas, además de modernización institucional.
5. Una escuela que sufre la ley del garrote
Los colegios reciben mensajes contradictorios: que entreguen formación integral, que innoven, que aseguren la formación ciudadana. A la vez, el garrote: que logren resultados en evaluaciones estandarizadas (Simce y PSU) y que teman porque pueden cerrar si obtienen malos puntajes. El resultado es que las escuelas compiten en lugar de colaborar, seleccionan estudiantes, expulsan por bajo rendimiento, no innovan y gastan las horas de la JEC en más matemática y lenguaje.
6. Un «apartheid» educativo
Persisten las diferencias en la educación que reciben niños según su nivel socioeconómico. Además, profes y directivos mejor evaluados tienden a concentrarse en las escuelas del quintil más rico. No se ha logrado revertir el absurdo de que los mejores profesionales se desempeñen en las escuelas que más los necesitan. Y peor: el apartheid educativo también se genera entre nacionalidades, género y comunas. La educación chilena reproduce demasiadas desigualdades.
7. Una infancia maltratada
En Chile, los derechos de la infancia se violan sistemáticamente: el 25,9 % de los niños de todos los estratos sociales sufre violencia física grave. Los espacios educativos desarrollados por el Estado, en jardines infantiles y salas cunas, no cumplen con estándares de calidad. Ni hablar del Sename. En primera infancia, una mala educación genera más daño que no tenerla.
8. Un país de analfabetos funcionales
Casi la mitad de las personas adultas en Chile solo pueden realizar tareas básicas como leer textos breves o calcular los gastos. El absurdo: se ha cuadriplicado la matrícula en educación superior en los últimos 10 años, pero solo 32 % de quienes egresan tienen un nivel de comprensión lectora acorde a sus años de estudio.
9. Una educación caótica y de escasa calidad
El sistema de educación superior es un caos, esto como resultado de 30 años de libertinaje de mercado, de una laxa acreditación voluntaria y de la carencia de una institución que fiscalice y garantice los derechos de los alumnos. El resultado es un sinfín de instituciones, sedes y carreras sin estándares mínimos que abren y cierran, lo que deja a miles de jóvenes endeudados y abandonados a su suerte.
10. Una educación pública abandonada
Chile se declara como un sistema mixto, en el que la educación estatal y privada pueden convivir. El absurdo es que las matrículas de colegios públicos caen de manera lenta, pero sostenida hace décadas y acoge casi exclusivamente estudiantes de niveles socioeconómicos bajos (alerta de apartheid). Las universidades públicas no representan ni el 3 % de la matrícula en educación superior y ni el 1 % en educación técnica (CFT's e IP's). Para que fuera un sistema realmente mixto la educación pública debería representar, por lo menos, al 50 %.
Toma en cuenta cada uno de estos 10 absurdos de la educación chilena de acuerdo a Educación 2020, para que de esta forma comencemos a entender el rol y la importancia de una buena educación para el país.