Estaba recién egresado de la enseñanza media, y no tenía clara mi vocación. Además, mi NEM 5,6 no me acompañaba para nada, y mi formación en un liceo dejaba bastante que desear.
Ese era el panorama antes de rendir la PSU por primera vez. No importaba cual fuera el puntaje que obtuviera, mi decisión estaba tomada:
Me tomaría el año para preparar la PSU, trabajar y encontrar mi carrera soñada.
La decisión no fue sencilla, pues suponía atrasarme un año y el hecho de no ingresar directamente a la universidad representaba un fracaso para mis padres, pero ya estaba tomada.
Buscar un trabajo, pero no cualquiera
Lo primero que hice fue conseguir un trabajo, pero no cualquiera. Evité buscar en locales de comida rápida o como vendedor en alguna tienda, quería un trabajo que se acercara al ejercicio real de un profesional. Encontré un puesto de junior en una oficina de ingenieros, que me dejaba tiempo y dinero como para pagar y asistir a un preuniversitario. Además, me ayudaría a entender mejor una de las opciones de carrera que tenía para estudiar.
Comprender que el Preu requiere de rigor
La tarea de preparar la PSU en un preuniversitario parece más sencilla de lo que es en realidad. Hay que ser riguroso y metódico, pues no hay nadie encima tuyo obligándote a estudiar. Asumir la responsabilidad de estudiar por cuenta propia es una decisión que debe tomarse a conciencia, pues si no se está dispuesto a sacrificar algunas cosas tu puntaje PSU no subirá, y haberse tomado el año solo habrá sido una pérdida de tiempo.
Con eso claro en la cabeza, fijé mi meta de puntaje en un nivel muy alto, desafiándome a mí mismo a cumplirlo. 800 puntos en lenguaje y 750 en matemáticas eran mi objetivo, y solo estudiando podría alcanzarlo.
Durante el año intenté faltar lo menos posible a clases, y me exigí realizar un ensayo semanal de cada materia. Esto significó perderme de algunas cosas que me hubiese encantado hacer, y algunos eventos a los que me habría gustado ir, pero el desafío me exigía mucho estudio.
Aprendí que potenciar y mejorar para la PSU
La estrategia era enfocarme en mis debilidades, aprovechando de preguntarle a los profesores las dudas que tenía. Además, me puse la meta de estudiar una hora y media por día. En ese sentido, la página puntajenacional y los facsímiles que entrega el DEMRE fueron de gran utilidad, pues contaban con ejercicios resueltos que me permitían corregir mis errores.
A pesar de tener una mala base desde el liceo, los puntajes crecían semana a semana. El esfuerzo estaba dando sus frutos.
En el día decisivo, lidiar con el stress
Pasó el año, y llegó la fecha de rendir la PSU. Dar las pruebas nunca es fácil, pero se puede reducir un poco el estrés. Dejar todos los documentos listos el día anterior y asistir al reconocimiento de salas son buenos consejos para evitar contratiempos el día mismo de la prueba. Siempre se conjugan el nerviosismo y las ansias, pero es importante saber que los resultados son el reflejo del estudio. Salí tranquilo y seguro de que había dado una buena prueba.
Distracción post PSU
Una vez rendida la PSU busqué distraerme lo más posible para evitar que los nervios me jugaran una mala pasada. Ya todo estaba hecho, y solo restaba esperar tranquilo.
Llegó la fecha de entrega de los resultados, y estos fueron los que esperaba. Ingeniería civil en la Federico Santa María era la carrera elegida. El esfuerzo había dado sus frutos.
Un mal NEM y una mala base desde un colegio público no son impedimentos si es que una prepara la PSU a conciencia. El esfuerzo y ser metódico son la clave del éxito.