Mitchel Núñez estudió un año de arquitectura. Error. Lo supo cuando cachó que no imaginaba toda su vida profesional detrás de un escritorio. Así fue como decidió empezar todo el proceso para cambiarse de carrera, y no porque le fuera mal, sino porque sus habilidades iban por otro lado.
“La actividad física llenaba mi vida, era mi motor primario… eso me motivó a ser un profesor de educación física”, con estas palabras se refiere a su decisión de comenzar en la pedagogía. Carrera que sí lo llenaba y en la que podía cumplir todo lo que él había soñado como profesional.
La visión de este profesor respecto a la educación física es muy distinta al resto de profesores del área –al menos los míos– porque él ve en su profesión una “herramienta para conseguir algo”, no un fin en sí mismo.
“A mis alumnos les enseño a ser metodológicos, y les hago ver que si llevan eso a otras áreas, van a tener éxito”, cuenta. Lo cierto es que con su manera de enseñar consiguió lo que ningún otro profe logró con sus alumnos. Y esto nos da pie a relatar la siguiente anécdota.
Mitchel se propuso que todos sus alumnos lograran saltar el cajón de salto. El 70% de sus alumnos se negó, mas no contaban con los dotes de motivador profesional del profesor Núñez, quien puño alzado los convenció de que aquel salto era posible. Uno de los alumnos a los que el cajón les llegaba al hombro, creyó firmemente en su profesor, corrió valerosamente y al dar el salto terminó con el cajón de lleno en las partes pudendas. Dolor.
Mitchel aún se cuestiona si el joven podrá ser papá algún día. Pero por empeño no se queda, porque a la clase siguiente consiguió, victorioso, saltar el cajón. Y no sólo él: al final del semestre, nuestro Barack Obama de la Educación Física, consiguió que todos y todas saltaran el dichoso cajón.
Dice que es extenuante ser profesor, porque cuesta mucho desligarse de la realidad de sus alumnos, y a veces se lleva todas esas preocupaciones a su casa. Y además, cuenta que los colegios están persiguiendo otro tipo de resultados, lejos de lo estrictamente profesional, lo que limita su pega al no poder emplear nuevas ideas y planificaciones.
Pese a todos esos obstáculos, él realiza su pega de manera excelente, llegando a ser el profe más querido de su colegio. El Mitchel es de esas personas que realmente ama lo que hace, tanto que después de hablar con él siempre dan ganas de salir a trotar o algo. Pero a mí se me quita luego.