Hugo tiene poco más de un año desde que recibió su título de arquitecto de la PUCV. Fueron alrededor de siete años en que aprendió muchas cosas nuevas, como el soportar tantas noches sin dormir y seguir cumpliendo en la u, lidiar con esos cansancios, la presión por los trabajos y distintas dificultades propias del quehacer universitario.
Pese a ello, Hugo reconoce que durante la etapa universitaria conoció la felicidad que da el aprender a través de las herramientas que te entregan y que debes poner en práctica de manera autodidacta, siempre a partir de la genuina vocación y no por mera imposición académica. A continuación conoceremos parte del recorrido trazado por este joven arquitecto, desde sus primeras inquietudes profesionales en la época del colegio hasta la obtención de su título.
- ¿Cuándo decidiste estudiar arquitectura?
Desde pequeño tuve cierta relación con la profesión. Mis juegos de niño siempre fueron construir ciudades con barro, jugar conlegoso hacer casas en papel; aunque enese tiempo yo no sabía qué era la arquitectura propiamente tal. Luego, en el colegio, me di cuenta que tenía más y mejores habilidades manuales que el resto de mis compañeros; siempre tuve mayor destreza y prolijidad en el área. Fue recién en tercero medio cuando entendí que arquitectura era una muy buena opción para estudiar, ya que no sólo cumplía con mis intereses, sino además yo contaba con mis habilidades.
- En ese proceso en que te diste cuenta que arquitectura era lo tuyo, ¿Existió algún referente en quien te apoyaste para confirmar tu decisión?
Sí, siempre hay referentes -y si no, hay que encontrarlos-. Recuerdo que me apoyé en el ejemplo de un arquitecto que trabajaba en la municipalidad. Tuve la oportunidad de ver cómo era su trabajo, el quehacer cotidiano del arquitecto con todos los pro y contras que esto tiene. Sin duda que desde esa experiencia me ayudó de manera determinante para confirmar mi decisión. En mi opinión creo que todos debiesen vivir esa experiencia antes de decidirse por una carrera.
- En medio de ese proceso está la PSU ¿Cómo la enfrentaste, en relación a tus expectativas vocacionales?
Con mucha tranquilidad. Tenía claro cuál era mi meta y el lugar en donde quería estudiar. Esa claridad fue clave para poder enfrentar la prueba tranquilo, sin mayores presiones.
- ¿Esa seguridad se mantuvo durante la universidad?
Siempre se presentan algunas dificultades. En mi caso, ocurrió que entré a primer año y, luego de la primera rueda de trabajos, veía a los alumnos de titulación y me resultaba impensable que lograría llegar hasta ese proceso. Encontraba que los años de estudios eran muy largos, además de cierta incertidumbre frente a los difícil que se veían ciertos encargos; a veces no me sentía capaz de poder responder y cumplir con alguno de estos. Sin duda la vocación ayuda a derribar las barreras impuestas por el cansancio o por lo interminable que eran algunos de los trabajos.
- Finalmente, ¿Tienes alguna anécdota que quisieras compartir en relación a tus años como estudiante de arquitectura?
Siempre hay anécdotas que te van marcando, para bien o para mal. No sólo quedan como un recuerdo, sino que también sirven de aprendizaje. Por ejemplo, nunca voy a olvidar que el cantar de los pajaritos por la madrugada era una alarma natural que me indicaba que quedaba poco tiempo. En cada trasnoche, a eso de las 5 am, comenzaba el piar de uno que otro pajarito, lo que me decía que faltaba poco para que amaneciera y tener que irme corriendo a la universidad con el encargo terminado.