¿Quién no recuerda a su tía de párvulo cuando iba al jardín? Seguramente los que tuvieron la oportunidad de una educación preescolar en la infancia (en mi caso no, ya que ingresé directamente a la básica) la recuerdan con cariño, o al menos eso fue lo que escuché siempre de algunos de mis compañeros.
El caso de Romina Hernández, de 23 años, quien es educadora de párvulo,me ayuda a entender los bellos recuerdos de mis compañeros, porque se trata de una profesional que realmente ama su trabajo y sus alumnos la quieren mucho a ella, como cuando le llevan un dulce o le dicen “la quiero mucho tía”. Ella vive por esos momentos. Pero admite que en un principio no tenía pensado estudiar la carrera que hoy ejerce.
“No, no tenía pensado estudiar Educación Parvularia. La verdad, lo decidí cuando comencé a ver universidades para matricularme. Sí, tenía claro que, saliendo del colegio quería inmediatamente entrar a estudiar a la universidad”, recuerda Romina, que cuando dio la PSU se sintió tranquila y sólo la vio como algo parte del proceso de entrar a la U: "No me sentí nerviosa más bien ansiosa. Me prepare con preuniversitario durante todo el año cursando cuarto medio", agrega.
Romina se había decidido por las universidades privadas y su primera opción era fonoaudiología, pero en la universidad donde siempre había querido estudiar la carrera ya estaba llena. Luego de eso – cuenta – fue barajando otras opciones y finalmente se decidió por ser educadora de párvulo, entrando a estudiar a la Universidad San Sebastián, campus Concepción.
“Finalmente quedó Educación Diferencial y Educación Parvularia, que no tenían mucho que ver con fonoaudiología [ríe al recordar] Y me decidí por Educación Parvularia porque investigue sobre ella, en qué consistía, y me di cuenta que tenía la paciencia suficiente para trabajar con niños/as sin necesidades educativas especiales”, señala Romina.
Luego de eso vinieron los primeros años de universidad, que la educadora de párvulo recuerda como un cambio rotundo en el plano de estudio con respecto a cómo era durante la enseñanza media. “Cuando entré a la carrera, bueno, la primera dificultad es adaptarse a la universidad, a todo el sistema de ser autovalente en todos los trámites que hay que hacer en ella: inscripción de ramos, las salas donde tenía clases, y conocer la universidad principalmente y su sistema de operar”, expresa.
Por otro lado, Romina cuenta que, personalmente, le costó mucho adaptarse a una carrera con un grupo de curso de 40 mujeres: “Estar día a día rodeándome de mujeres y trabajar junto a ellas, se me hizo complicado ya que 13 años de mi vida estuve en un mismo colegio, el cuál era mixto, en donde tenía más amigos hombres que mujeres. Fue un cambio brusco al ingresar a la universidad”, recuerda.
Y a medida que pasaban los años, iba conociendo la malla curricular, aprobaba sus ramos y aprendía a fondo sobre la Educación Parvularia, Romina se fue encantando con la carrera que había escogido. Inclusive señala que “me gustaban mucho los ramos didácticos, donde se aprende a hacer material educativo para los niños y niñas para trabajar en diversas áreas, de lenguaje, matemáticas, ciencias, etc.”.
No somos guardería
Para Romina, la Educación Parvularia hoy en día requiere ser más tomada en cuenta desde el Gobierno, que se le tiene que dar más importancia a las educadoras, ya que “formamos a la personas del día de mañana”, entregándoles la primera educación y herramientas a los pequeños, para seguir desenvolviéndose el resto de su vida. En ese sentido, apunta a la importancia en crear más planes y programas; de buscar y abrir campos a otros estilos educativos para la educación inicial, como tarea del Gobierno.
Así mismo, la educadora piensa que se debe ser riguroso en cuando a la educación y formación profesional que reciben las educadoras de párvulo y asistentes, para que en el aula estén profesionales que realmente quieran ser un aporte para los niños y niñas durante su infancia.
Paralelamente, no hay que olvidar de educar también a los padres, reflexiona Romina, como parte del proceso de formación de sus hijos “para que no confundan la educación inicial con guardería, sino vean que los niños/as necesitan desde pequeños empezar a ser estimulados” y así trabajan todos en equipo.
Tú, que quieres ser educadora de párvulos
Si estás pensando estudiar Educación Parvularia, el consejo que da Romina es que te prepares para tener mucha paciencia, dedicación y que ojalá lo hagas por vocación. En su caso, quizás no entró con la idea segura, pero finalmente terminó la carrera porque le terminó gustando y asumió el compromiso de formar a pequeños.
Respecto al plano laboral, tuvo la suerte de que apenas salió encontró trabajo, pero no siempre es así, así que ha prepararse para ese escenario. Para los profesionales, hoy el mercado laboral es bastante competitivo y gana la experiencia, así que el primer consejo es hacer currículum (trabajos, diplomados, magister, etc.)
Otra cosa que siempre ayuda es tener –en buen chileno – “pituto”, sobre todo cuando buscas el primer trabajo. En ese sentido, las pasantías y una buena práctica durante la carrera sí sirven para los contactos (guarda siempre los teléfonos y correos).
Por último, el sueldo de las educadoras de párvulos no es de los mejores –una de las críticas de Romina como tarea pendiente del Gobierno y que dice sería bueno remediar para incentivar más a los profesionales de la educación – pero que eso queda de lado cuando estás en el aula.
“Es una carrera bonita de ejercer, que es muy gratificante, es entretenida y para nada rutinaria, siempre se viven cosas nuevas, y relacionarse con los niños y niñas es súper especial ya que te enseñan a ver el mundo desde otra perspectiva”, dice la educadora.
Foto: Agradecimientos por la imagen a Romina Hernández.