Para Yasna Álvarez su profesión es sinónimo de compromiso, empatía y amor por el servicio. La muchacha de sólo 23 años egresó hace algunos meses de Trabajo Social en la UTEM y actualmente está a cargo de la Oficina de Protección de Derechos de la Infancia (SENAME), ubicada en la comuna de Pedro Aguirre Cerda.
Sin embargo, para Álvarez, concretar su amor con su carrera no fue fácil. La profesional no eligió Trabajo Social como primera opción, sino que fue una decisión condicionada por el puntaje obtenido en la PSU. Pero a pesar de la decisión, Yasna no se arrepiente, ya que logró enamorarse de su carrera en los cinco años que cursó en la casa de estudios de Santiago Centro.
¿Qué te motivó a estudiar Trabajo Social?
La verdad yo no escogí trabajo social. Mi primera opción era estudiar Licenciatura en Historia. Sin embargo, llegué a la carrera porque quería estudiar en una estatal y me alcanzó el puntaje. Además tenía relación con las ciencias sociales que me interesaban en ese minuto.
Pero te mantuviste en la carrera y egresaste… ¿No estás arrepentida de tu decisión?
Claro que no. La carrera me logró encantar, pues me hizo descubrir que yo servía para esto. Me encanta lo que hago. Sobre todo cuando sé que mi trabajo beneficia a mucha gente.
¿Cuáles son tus mejores recuerdos de tu época universitaria?
Mis mayores recuerdos son los eventos que realizamos en el departamento de Trabajo Social. Como estudiantes siempre realizábamos actividades, donde el arte, la música, el teatro un sinfín de actividades se hacía presente.
Tampoco puedo dejar de lado las fiestas que se realizaban ahí mismo, ya que afortunadamente mi sede queda en Vidaurre, Santiago Centro, y está muy cerca de almacenes, botillerías y otros locales para comprar lo necesario para pasarlo bien.
Y bueno, también corresponde destacar a algunos profesores que me orientaron y me ayudaron a elegir un camino en esta bella carrera.
¿Tuviste experiencia previa antes de arribar al campo laboral?
Entre pasantías, preprácticas y prácticas trabajé mucho en sedes vecinales, hogares de ancianos y centros del SENAME. Estos últimos me ayudaron a orientar mi vocación.
¿Cómo ha sido tu experiencia en la Oficina de Protección de Derechos de la Infancia?
En la pega me he sentido bien de a poco. Voy a mi ritmo a medida que domino la temática.
Al principio me costó un poco, pero ahora he logrado ambientarme y saber disfrutar lo que hago. Aparte, disfruto mucho estar en terreno, dar charlas y mantenerme cercana con la gente.
Por último, ¿qué le dirías a los futuros universitarios que están pensando estudiar Trabajo Social?
Lo más importante es que consideren el factor lucas. Claramente, un trabajador social no gana un sueldo como el de un profesional de la salud o un ingeniero. Pero gana un sentimiento de satisfacción que es impagable.
La carrera es muy bonita. Se complica en algunos pasajes cuando tienes ramos que piensas que no te sirve, pero después te das cuenta que se aplican en tu vida cotidiana. Y como dije anteriormente, el trabajo social es amor por el servicio. Por aportar con un granito de arena a mejorar la vida de mucha gente. Eso es lo más motivante.