Mauricio Rivera Arce tiene 25 años y es profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Hace un par de años egresó de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) y, actualmente, trabaja en el Colegio del Verbo Divino de Chicureo.
Cuando era un estudiante de pregrado destacó por sus buenas calificaciones y por su gran amor al medioevo, lo que lo llevó a tomar cursos y diplomados de especialización. Además fue ayudante de distinguidos docentes en asignaturas de Filosofía de la Historia.
¿Por qué decidiste estudiar Pedagogía en Historia?
Desde temprana edad, finalizando la enseñanza básica, me había llamado la atención el tema de la cultura y el conocimiento. Respondiendo a dicho interés que comencé a bordear diversas áreas de conocimiento dentro de mis limitaciones relativas a la edad, como la paleontología, la arqueología, la astronomía, la biología y, por supuesto, la historia. Fue durante la enseñanza media donde pude seguir especificando mi interés: la biología fue desechada porque me di cuenta que me gustaba solo por un tema de cultura y en ningún caso para ejercerla de manera profesional dentro del abanico de posibilidades que ofrece; la paleontología y la arqueología por un tema de posibilidad de estudio y laboral, entendiendo que el campo en Chile es bastante disminuido; la astronomía por razones combinadas, ya que la matemática nunca fue mi fuerte y porque las posibilidades de estudio en Chile también son reducidas. Junto a todo ello, durante el desarrollo de mi enseñanza secundaria, el cariño por el conocimiento del pasado humano fue creciendo, por lo que rápidamente pude establecer que mi norte era la Historia. En esa línea hallaba dos posibilidades que siempre vi como absolutamente complementarias pero que las ofertas de pregrado se esmeran en separar: la Pedagogía en Historia y la Licenciatura en Historia. Hasta el momento mismo de dar mi PSU aún no sabía por cuál de las dos me iba a decidir. A priori me llamaba más la atención la Licenciatura en Historia; no obstante, y respondiendo un poco al contexto de mi formación secundaria, el año 2006 me marcó significativamente: la mal llamada “revolución pingüina” llamó en mí la atención por el problema de la educación en Chile, lo que tuvo como consecuencia valorar en mayor medida la Pedagogía, sin dejar de lado, aún, el gusto que tenía por los temas más investigativos del pasado humano. Enseñarla o investigarla era la pregunta. Una comparación de las mallas curriculares junto a las posibilidades de trabajo posteriormente, (me habían dicho: como licenciado no tienes trabajo; como profesor sí, poco pero hay), inclinó finalmente la balanza hacia la Pedagogía en Historia; sin olvidar algo que mantengo hasta el día de hoy: un mejor Profesor de Historia es también uno que la Investiga...
¿Cómo te preparaste para la PSU?
Para las pruebas de Lenguaje y Matemáticas tomé un preuniversitario en CEPECH. Para la de Historia me preparé personalmente, estudiante a partir de facsímiles de libre circulación y con hartos ensayos PSU, consultando mis errores en manuales de historia de Chile y Universal.
¿Cuáles son tus mayores recuerdos de tu casa de estudios?
Ingresé, egresé y me titulé en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, específicamente al Departamento de Historia y Geografía. Sin duda alguna la mejor casa de estudios en cuanto a la Pedagogía. Si bien la UMCE, o el Peda como me gusta llamarlo, posee serias deficiencias en cuanto a lo administrativo, su personal académico se encarga –al menos en Historia– de entregar una formación del más alto nivel relativo a la disciplina. Asimismo los estudiantes del Peda se encargan de entregar un buen ambiente –excepciones hay siempre– de compañerismo que posibilitan un mejor paso por los estudios superiores.
¿Cuáles son los pro y los contra de tu carrera?
Durante los cinco años de mi formación confirmé el hecho de que la Historia es un buen camino para el entendimiento del ser humano en su conjunto. La cultura y el conocimiento de la humanidad que posibilita el estudiar historia es sin duda alguna el mayor beneficio que poseo de la carrera que elegí. A ello debo sumarle el hecho de que ese estudio se combina con la enseñanza, lo que aumenta en mayor grado la posibilidad de conocimiento de la sociedad, desde el pasado a presente y desde el presente al pasado. La mayor dificultad tiene que ver con un tema laboral: cada año se hace más engorroso poder entrar a un puesto como Profesor de Historia, debido a la paulatina disminución en horas de enseñanza como al aumento inmoral de carreras de Pedagogías en Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
Consejo para un futuro estudiante de Pedagogía
Tener harto corazón. Puede sonar muy ambiguo, pero se entenderá en la medida en que la práctica pedagógica es algo que se hace desde el sentimiento, desde el cariño. Por otro lado, si bien lo anterior una apreciación demasiado romántica e idealizada de lo que hacemos, se necesita de mucho corazón para aguantar el desajuste que se produce entre lo que nos gustaría ser como Profesores y lo que finalmente el sistema escolar nos obliga a ser. Durante los primeros meses y no tengo duda que durante los primeros años cuesta acostumbrarse a que ese romanticismo de lo que queríamos ser como Profesores poco se cumple; hay que adaptarse a planificaciones, supervisiones ministeriales, bajos sueldos, extensas horas de trabajo que no están estipuladas en los contratos, a una sociedad que cada día más desvalora el quehacer de los profesores y un sinfín de otros factores que agotan nuestro trabajo. Si no hay tanto corazón, es mejor estudiar otra cosa, algo que sea más fácil estudiar y ejercer; si se tiene corazón, se podrá aguantar el primer embate que producen aquellas exigencias para volver levantar la cabeza y seguir buscando, desde la práctica, el buen Profesor que se quiere ser.
Otras experiencias prácticas
Como dije anteriormente creo que un buen Profesor de Historia es aquel quien la Investiga. No tengo certeza la verdad de aquello sea así, pero creo que dedicarse también a la investigación posibilita a un mayor perfeccionamiento y originalidad de lo que se va a enseñar. Bajo aquella premisa es que durante mi paso por la UMCE traté de buscar las opciones que estimularan mi gusto por la “investigación”; la malla de la carrera en sí no la ofrecía –salvo algunas excepciones–, por lo que todo intento de llevarla a cabo tenía que hacerse de manera autónoma. Comencé a estudiar pequeños temas relativos a la cultura de Grecia antigua y el mundo del Occidente medieval, lo que me condujeron a toparme con la Revista Historias del Orbis Terrarum dedicada a los estudios clásicos y medievales, a la cual ingresé cuando finalizaba mi tercer año en la UMCE. La revista estaba conformada en su mayoría por estudiantes de Licenciatura, habituados a la investigación; en ella encontré el lugar para estimular mi gusto por el estudio de la Grecia antigua y el Medioevo cristiano y pagano. Y en ella encontré el lugar para, por primera vez, estudiar-investigar la historia para enseñarla: con la revista hemos ofrecido a estudiantes de educación secundaria ciclos de cine relativos a Grecia y Roma antigua, como también relativos a temas medievales, contando con una contextualización histórica que permita una mayor comprensión del pasado a través del cine; asimismo con la Revista hemos llevado a cabo Encuentros de discusión académica que buscan encausar reflexiones en torno a una mejor forma de enseñar la Historia. Una vez finalizado mi paso por la UMCE, entré a estudiar un Magíster en Historia en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; con ello estoy saldando mi deuda con la formación investigativa y también complementando mi propia labor como docente en historia.