Estudiar historia, para muchos, puede parecer difícil. Demasiados nombres que recordar, fechas que memorizar, ideas que relacionar. Yo diría que esto último es, precisamente, lo más complicado, dado que las fechas se pueden aprender con facilidad, y ni siquiera son tantas las que preguntan en la PSU, sólo las más trascendentales (o sea, no vas a llegar a la prueba sin saber qué pasó el 18 de septiembre de 1810, o el 12 de febrero de 1541). No obstante, existe esto de relacionar cosas, entender procesos, o en otras palabras, comprender. Y eso es, precisamente, lo que me apasiona de la historia.
Los hechos históricos están completamente relacionados entre sí. A veces, con mi familia (todos unos chiflados humanistas), jugábamos a lo siguiente: teníamos que mencionar dos hechos históricos nada que ver entre sí, y buscarles un nexo. Recuerdo que mi papá una vez se lució uniendo la construcción de la muralla china y el ascenso de Hitler al poder (fue largo, créanme), pero así es como funciona todo. Un mar de redes. Y eso es lo que hay que aplicar, al fin y al cabo, en la famosa PSU por la que tanto sufrimos.
Mis consejos serían los siguientes:
1. Entiende bien el tema de los siglos
Suena básico, lo sé. Pero tienes que saber que el 1700 es el siglo XVIII, y si te dicen algún hecho trascendental (por ejemplo, el inicio dela revolución industrial), tienes que asignarle un siglo determinado. No una fecha, no un año, porque eso es más difícil que te lo pregunten. Pero, por favor, relaciónalo con los siglos. Eso sí te lo pueden preguntar.
2. Haz fichas
También es súper importante el tema de la memoria. Si no puedes comprar esas tarjetitas blancas (o del color que sean) en cualquier librería o supermercado, recorta pedazos de un block (ojalá no sea hoja oficio, porque se trasluce por el otro lado), y escribe a un lado un concepto, y al otro, la explicación. O bien, puedes escribir a un lado un hecho importante, y al otro lado el lugar, siglo, fecha o lo que sea. Depende de qué estés estudiando. Lo bueno de eso es que también sirve para jugar en grupo, y hasta pueden hacer juegos entretenidos.
¿Por qué no, en vez de póquer, juegan a apostar con datos históricos? Simple: se reparten una cantidad X de cartas por jugador, y se van pasando por turnos, y cada vez que a uno le toque, tiene que preguntarle por una de tus fichas a un jugador distinto, de modo que todos le pregunten a todos. Si ese jugador acierta con la respuesta, se guarda esa carta, y al final, el jugador que más cartas se haya guardado, se lleva todo lo que hayan apostado al principio (no tiene que ser dinero). Es solo una idea.
3. Lee, lee mucho.
Hay una parte importante de la PSU que es comprensión de lectura. Así que, aún cuando tiene que ver más con lenguaje, te recomiendo leer y comprender lo que dicen. Lo mejor sería leer textos históricos, relacionados con los contenidos de la prueba. Por ejemplo, de las guerras mundiales, mi autor favorito es Anthony Beevor, pero sus libros pueden resultar un poco largo para quién carezca de tiempo; pero traten de buscar aunque sean extractos de textos, analizarlos, y tratar de comprender su significado, y relacionarlo con lo que a hayas aprendido. Puedes encontrar varios, entre otra muchísima información para la PSU de historia, en la página web Sala de Historia.
4. Ayuda visual
La historia es mucho de imaginar, ver, palpar. Busca videos y documentales en Youtube, imágenes relacionadas, e incluso, en tus fichas podrías pegar imágenes sobre los hechos. Es más, hay un sitio en internet, GoConqur, donde puedes crear fichas con imágenes online (aparte de hacer esquemas, apuntes, etc.). Y si eres bueno para el dibujo, lo que yo hice mucho fue comics, contando los hechos.
5. Conversa y piensa
Para mí, esto es lo primordial, y lo que gatilló mi gusto por la historia. Háblalo, coméntalo, pide opiniones acerca de lo ocurrido en el pasado. Trata de formular una opinión propia, aunque no te sirva para la prueba en sí, te servirá para la vida. Juzga con ojo crítico, y analiza.
Al final, la historia es más que tan solo hechos. Es mirar al pasado, entenderlo, y de algún modo, viajar con la nave más rápida del mundo: nuestra mente.